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De brújulas, angustias y pulmones.

(texto sin edición, completamente escupido)

(...) en el momento en el que sentí a la angustia hacer su recorrido, me levanté para irme. (Yo la siento como algo pulmonar, que me oprime los pulmones y se abre paso por la tráquea. Toda la angustia ocupa el volumen entero de mis pulmones, oprimiendo pero a la vez llenando la caja toráxica. Después se comprime a la entrada de la tráquea y la siento subir, comprimida y por eso dolorosa, pujando por estar toda junta en la base de la tráquea cuando antes ocupaba todo el gran volumen pulmonar. Y la siento subir, comprimida, como un tapón, haciendo dificultosa la respiración. Sube lentamente, y desde que se comienza a materializar en los alvéolos hasta que logra salir por los lacrimales, no soy capaz de articular pensamiento ni de escupir palabra alguna. Sólo somos la angustia horrible y yo. Llega a la garganta, me gustaría poder tragarla, que pase al digestivo y más tarde cagar angustia. Pero no. Sube por vaya uno a saber qué demoníacos conductos y llega a la nariz, me hace moquear agüita. En simultáneo llega a los lacrimales, y lloro. Con una sensación generalizada de opresión y congestión.

(...).

Este tipo de llanto en particular, el de la angustia, viene cuando no estoy siendo fiel conmigo misma. Cuando digo algo, pero significo lo contrario. Cuando me quedo, pero me quiero ir. Cuando callo por no lastimar y no digo lo que me gustaría estar diciendo. Cuando priorizo los sentimientos del otro, el dolor del otro, por encima del mío propio. O en situaciones por el estilo. Por ésto, hoy este tipo de llanto es mi indicador, mi brújula. Porque hoy, de angustia, no quiero llorar más.