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Amanhã











...
Voltar a o mesmo
Não recuerdo o que era
Se esfumó de repente
Todo lo (feio) que ahí estaba
...
Mais quiero recordar
Para poder ir en paz
Oh, my freedom, my freedom...
Será o que eu quero?
...
Bienaventurado el deciso
Oh, my head, how it aches
Or is it the consciencia?
May it be my cordura?

Já basta, me digo
Já basta de libertade...
Não! Melhor basta de carceleros
No! Mejor basta de paz!
Ahora hay que decidir
Pero ahora my head is aching
Asique melhor Amanhã.
.....
....
...
..
.

Millones de voltios

Un flashazo que ciega la vista. No se vé más nada que ese flashazo de gran, gran potencia. No era un relámpago, era mucho más cegador.
...
Y después sobrevienen dos o tres segundos en los que me quedo pensando qué cuernos fué eso... mil absurdas explicaciones, todas menos una: un rayo. No!!!, me digo, qué miedo... sólo de pensarlo se me acelera el corazón...
...
me quedo quieta, esperando... ...
...
bruuuuuuuuuuuuummmmmmmmmmmmmmm!!!!!!
...
Mil latidos por minuto, me quedo dura. Tiembla el techo y los vidrios en las ventanas. Estoy descalza, pienso... levanto los pies del piso.
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Sé que los rayos parten árboles al medio como si fueran quesitos, y que mata vacas... por qué no habrían de matarme? Ruego no estar cargada con la carga contraria, para no atraerlo. No hace mucho cayó uno en el almacén de la esquina, quemó la instalación eléctrica junto con todas las heladeras y freezers, no sin antes quebrar la losa del techo (!!!!). Y recuerdo bien esa vez, pero el flashazo y el temblor de la caída no fueron tan fuertes.
...
Esta vez fué más cerca.





...
Terror.
...










Rita

Era gorda y bien fea. Tenía pozos bien profundos en la cara, como si la varicela hubiese sido devastadora en su niñez y para colmo de males la pubertad la hubiera llenado de gigantescos y horribles granos. Nunca le ví un solo grano en la cara, pero era lo que se desprendía de ella. Era mi maestra de sexto grado de Matemáticas.
Ella me enseñó la regla de tres simple, el concepto matemático más útil en la vida de cualquier ser humano aparte de las tablas de multiplicar. También nos daba clase de Ciencias Sociales en otras horas distintas. Allí le dió más énfasis a la geografía que a cualquier otra rama: los mapas me empezaron a fascinar por su culpa a los once años. Cultura general, que le dicen, lo que me dejó a mí.
Se hacía la dura, la rígida, la matona, la dictadora. Sobre todo para que los chicos dejaran de correr en el recreo o para que dejen de hablar al cantar el himno. Y surtía muy buen efecto: el terror que los chicos le tenían era inversamente proporcional a su edad; los chiquititos de primer grado le tenían un terror absoluto, su presencia nomás los hacía quedarse mudos y con los ojitos bien abiertos. Y ni hablar si iban corriendo por el patio y por estar absortos en sus juegos se chocaban con ella... era como si hubieran visto un fantasma. Y así el terror iba disminuyendo con los años, conforme aumentaba la insolencia en algunos casos o a medida que se iban dando cuenta de que era pura espuma. Y así hasta que te tocaba como maestra, ineludiblemente entre quinto y séptimo grado. Y allí sucedían dos cosas: si eras medianamente perceptivo te dabas cuenta de que ella no era tan así, de que ese personaje era una coraza grande como su panza, que de cuando en vez hasta sonreía bajo esa careta llena de cráteres. O te seguías comiendo el personaje, y terminabas preguntándote cómo puede ser tan hija de puta y terminar odiándola.
Así es que los que le tomábamos cariño éramos pocos, y jamás se asumía este amor ni siquiera frente a tus compañeros de clase. Existía esa paranoia típica de la dictadura, en donde no se quería hablar de nada subversivo con nadie porque tu interlocutor podía ser un milico encubierto, disfrazado de Fidel Castro. Todos podían ser potenciales odiadores de la “seño”. Y ella se daba cuenta de esto, y ahora me doy cuenta de que se divertía mucho jugando ese papel.
Todo eso junto era Mi señorita Rita.

It pica!!!







(tengo) sueño... deja vú... me voy



far, far away



pagos de la inconsciencia



donde nada pierde sentido



todo es coherente



allá voy...



...



...



Oh! Sheeps! How mad I am!



Clouds!... Stones... water... ... it´s clearing up!



feet, toe... comezón. It pica!!!!!



Retorcijón... mi hermano y sus elefantes rosados. Pink elephants.



A mouth.. who earns this mouth? Oh no!!!!!



...






No! No quiero despertar!



No me dejen sola con mi indecisión!!!



It pica!!!!!!!!




...

Pequeños tesoros



El espejo mexicano que me regaló mi abuela cuando cumplí quince años (siempre se lo pedía, me lo prometió por años).
La tarjetita de invitación al bautismo de mi sobrino, de quien debería haber sido madrina.
Cajas y cajas de cartas... de años... testimonios escritos de mi vida y la de mi amiga.
Mi caja con cd´s.
La caja de naipes made in U.S.A. que logré secuestrarle a mi abuela tras años de pedírselas (siempre estuvieron bajo llave en la mesita del teléfono, sin uso. Siempre juré que les daría uso, jugando a la desesperación (juego austríaco que me legó mi bisabuela)... pero al comprobar que así pierden su brillo dorado en el filo, también fueron a parar a un cajón).
Mi gata, que me acompaña desde que tengo trece años... y ya se mudó conmigo varias veces. Mi perra, que es mucho más reciente en mi vida.
Una caja con una selección de las mejores fotos de mi niñez muy niña, desde recién nacida hasta aproximadamente los cuatro años.
Kilos y kilos de apuntes y cuadernos.
Mis tres toallas.
Un álbum de fotos de mi sobrino, cuando aún no caminaba. Son inéditas, nadie más las tiene. Ésto tiene doble precio sentimental, porque es el primer rollo de fotos que saqué sin supervisión de mi madre y con el fotómetro roto de su Pentax 1970 y pico. Artesanía pura.
Mi colección de aros, que muy rara vez uso.
Las tapas de una carpeta de séptimo grado, con dedicatorias ya borradas de mis compañeros, fotos de Bon Jovi pegadas y frases de Aerosmith escritas con liquid paper.
Mapas, muchos mapas.
Mis libros y mis diarios de niña y no tanto.
Mi hamaca paraguaya.

Éstas son las cosas tangibles que siento más mías sobre la faz de la Tierra. No están en orden de importancia ni mucho menos, sólo me dió por enumerarlas al verlas todas juntas en un solo día.

Miau...


El gato más refinado de todos los gatos con los que me crucé en la vida. Un gato pardo, originario del centro de América del Sur. Allí donde están las ruinas del Machu Pichu, nació este gato.

Lo crucé en un viaje, fabricaba pulseritas para vender cuando llegara a Brasil. Un gato de mundo. No tenía ojos ni cuerpo de gato, su mejor arma era lo que dejaba escapar de su boca. No era suave ni mullido este gato, pero sus maullidos eran hipnotizantes. No era nada evidente, lo hacía parecer todo obra del destino.

Un viaje de muchísimas horas, de lo cual lo único que tengo nítido es el recuerdo del gato. Puentes, llanuras, ríos, bosquecitos, noche, día, polvo, mucho polvo, gato refinado. Gato experimentado. Gato de mundo. Gato viajaba como polizón, gato no durmió en la noche. Gato me pagó una chocolatada, Gato se hizo de muchos amigos. Gato no tenía celular, estudiaba en La Plata. No me enamoré de Gato ni mucho menos, sólo nos dió ganas de seguir con Gato hasta el fin del mundo, donde parecía que se dirigía.
Gato el innombrable por su condición de Gato.