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Rita

Era gorda y bien fea. Tenía pozos bien profundos en la cara, como si la varicela hubiese sido devastadora en su niñez y para colmo de males la pubertad la hubiera llenado de gigantescos y horribles granos. Nunca le ví un solo grano en la cara, pero era lo que se desprendía de ella. Era mi maestra de sexto grado de Matemáticas.
Ella me enseñó la regla de tres simple, el concepto matemático más útil en la vida de cualquier ser humano aparte de las tablas de multiplicar. También nos daba clase de Ciencias Sociales en otras horas distintas. Allí le dió más énfasis a la geografía que a cualquier otra rama: los mapas me empezaron a fascinar por su culpa a los once años. Cultura general, que le dicen, lo que me dejó a mí.
Se hacía la dura, la rígida, la matona, la dictadora. Sobre todo para que los chicos dejaran de correr en el recreo o para que dejen de hablar al cantar el himno. Y surtía muy buen efecto: el terror que los chicos le tenían era inversamente proporcional a su edad; los chiquititos de primer grado le tenían un terror absoluto, su presencia nomás los hacía quedarse mudos y con los ojitos bien abiertos. Y ni hablar si iban corriendo por el patio y por estar absortos en sus juegos se chocaban con ella... era como si hubieran visto un fantasma. Y así el terror iba disminuyendo con los años, conforme aumentaba la insolencia en algunos casos o a medida que se iban dando cuenta de que era pura espuma. Y así hasta que te tocaba como maestra, ineludiblemente entre quinto y séptimo grado. Y allí sucedían dos cosas: si eras medianamente perceptivo te dabas cuenta de que ella no era tan así, de que ese personaje era una coraza grande como su panza, que de cuando en vez hasta sonreía bajo esa careta llena de cráteres. O te seguías comiendo el personaje, y terminabas preguntándote cómo puede ser tan hija de puta y terminar odiándola.
Así es que los que le tomábamos cariño éramos pocos, y jamás se asumía este amor ni siquiera frente a tus compañeros de clase. Existía esa paranoia típica de la dictadura, en donde no se quería hablar de nada subversivo con nadie porque tu interlocutor podía ser un milico encubierto, disfrazado de Fidel Castro. Todos podían ser potenciales odiadores de la “seño”. Y ella se daba cuenta de esto, y ahora me doy cuenta de que se divertía mucho jugando ese papel.
Todo eso junto era Mi señorita Rita.

10 comentarios:

Cristobal Evaristo Reynoso dijo...

¿por qué? porque así es, así "debe" ser. entonces hay que cantar el himno porque una vez esto era un rejunte de gente que venía de allá y de más allá pero todavía no tenía forma de país. ¿y ahora? y ahora porque sí. para marcar territorio.
en la escuela nos enseñan muchas cosas que jamás recordaremos, excepto una: a obedecer sin preguntar.
tu maestra es el calco de miles de maestras androides que simplemente repiten como loros y creen que lo importante es saber dónde están las lineas de puntos que separan para que sepas donde está tu lugar, y en tu lugar debes permancer, trabajando y obedeciendo a las leyes, ¿por qué? porque sí.
¿y por qué tan rígidas? por lo mismo: marcar territorio -amos y esclavos-.
se "hacía" la dura. ¿por qué? porque le enseñaron esa idiotez a fuerza de látigo, y ella repite, porque jamás se atrevería a ir en contra de la "autoridad" de los mayores (los que marcaron un territorio). y cuando no se "hacía" la dura algunos hasta la veían como un ser humano.
¿qué nos quedó? la piel curtida de terror, por un grupo de terroristas (aterrados) que nos hicieron creer que la letra entraba con sangre -que marcaban territorio-, y nos queda el silencio y tomar las arbitrariedades del poder como si fuesen naturales, "hay que respetar la investidura presidencial", "no te metás", "por algo será", y claro que es por algo, porque desde el principio las cartas estaban marcadas, porque en la escuela nos enseñan a obedecer porque sí, a través del castigo y la recompensa, porque "primero hay que hacer los deberes y después, sólo después podemos salir a jugar afuera" (se juega afuera, no en el aula, el territorio de la maestra).
y el puto deber parece ser más importante que el placer, y el compromiso es algo a temer, no sea cosa que después te acusen de algo, y la unión entre pares está mal vista si no es aprobada por los mayores.

tu maestra me cayó mal, porque es como todas las maestras que conocí cuando iba al colegio, es como esas personas de mentecitas tan quemadas que se ofenden cuando alguien dice que dios no existe, y hacen "como si", y toda su vida es un perpetuo "como si" para mantener vivo a un padre, a un general, a un patrón, a un modelo que les diga como vivir y como no. y todo con el absoluto convencimiento de que lo que hacen es la verdad verdadera.

¡al carajo con esos moldes!



pero bueno, entre nosotros, al margen de los que juzgan porque no sienten nada, pasaba a dejarte un beso grande y agradecerte el link que me dejaste en mi blog.

Ricks dijo...

Es cierto, muchas veces las personas aparentan algo, por protocolo, por motivos sociales, por lo que sea, pero lo importante es poder darse cuenta de quien es en realidad la persona. Interesante postazos. :)

marie.y.su.mambo dijo...

Uh, yo he tenido maestras sargentonas de esas que era dificil querer, y maestros hiper liberales que marcaron mi vida, y son dificiles de olvidar y dejar de querer...
Besos :)

Anónimo dijo...

Pinina! He vuelto a la gran metrópolis (confieso que con un tanto de melancolía pero nada devastador... creo que no).

Me gustaría contarte mi travesía en persona, no sólo porque es menos denso sino también porque puedo enfatizar sentimientos con los gestos y el tono de voz (ninguna novedad).

Es una gran vida la que se lleva allá. Cada vez más apoyo tu idea de largos viajes a lo nómade.

Estuve leyendo tus cosas. Me pregunto por qué habrás visto a todos esos objetos de valor juntos, me pregunto si habrás tenido que empacar. Y Rita... quién no ha tenido una Rita (iba a seguir escribiendo pero fui perdiendo el hilo en medio de la oración y tuve que borrar).

Espero estés bien. Y decidida.

Besooooos =)

Bla. dijo...

Cristo: Holas. Bienvenidos tus extensos comentarios. No había pensado así a Rita, sólo la veía como alguien que hacía de su vida una obra de teatro aprovechando su horrible cara y su gran cuerpo. Y si, al carajo con ese y con TODOS los demás moldes!!

Ricks: Gracias!!! Es lo que trato, de ver la persona debajo de la máscara. No siempre lo logro, muchas veces por prejuicios míos.

Marie: Volviste? Ya me voy a visitarte...

Bla. dijo...

Mica: Holaaaaaaaaaaa!!!! Tú sí que sabes leer entre líneas. Todo lo que has deducido está perfectamente bien.

Más besos... y en estos días nos vemos...

Bla. dijo...

Cristo: releo tu comentario. Se me ocurre decirte que mi madre logró que en la escuela nos dejen a mi hermano y a mí cantar el himno con el gorro puesto, en invierno. Se cagaba a puteadas con las maestras y directoras. Un molde menos... porque nos traía otitis. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Y pensar que formarnos tomando distancia, cantar el himno nacional, vestir como pequeños militares con un uniforme feísimo, entre otras cosas, pasaron a ser rutina diaria.
El próximo año seré profesora (de castellano), y tengo algunos cráteres en la cara (pequeños eso sí, los de esta profe me los imaginé profundos)... procuraré no seguir su ejemplo. En mis prácticas, he logrado respeto a través de la empatía ;)
Cariños!

Kaitos dijo...

mmm Parece que pegó fuerte la revisión fáctica del pasado con guiños de presente.

Bueno, habrá que leer con detenimiento para encontrar lo que buscás.

Besos, nos vemos para seguir con (IN)Sanidad jejejeje

Bla. dijo...

Api: Gracias por pasar. Sacá las manos de los bolsillos y paráte derecha. Un beso.

Kaitos: Fué una coincidencia... lo de los pibes de adelante fué porque encontré los papelitos, y me dió por escribir. Lo de Rita fué simplemente elegir uno de los tantos bocetos que tengo a medias y terminarlo, para no descuidar el blog muchos días. Pero todo por una sencilla razón: por no tener ganas de escribir sobre el presente. Y porque al parecer mis escritos en verso (lo que tengo del presente) son poco entendibles.

Nos veremos, entonces..