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Pequeños tesoros



El espejo mexicano que me regaló mi abuela cuando cumplí quince años (siempre se lo pedía, me lo prometió por años).
La tarjetita de invitación al bautismo de mi sobrino, de quien debería haber sido madrina.
Cajas y cajas de cartas... de años... testimonios escritos de mi vida y la de mi amiga.
Mi caja con cd´s.
La caja de naipes made in U.S.A. que logré secuestrarle a mi abuela tras años de pedírselas (siempre estuvieron bajo llave en la mesita del teléfono, sin uso. Siempre juré que les daría uso, jugando a la desesperación (juego austríaco que me legó mi bisabuela)... pero al comprobar que así pierden su brillo dorado en el filo, también fueron a parar a un cajón).
Mi gata, que me acompaña desde que tengo trece años... y ya se mudó conmigo varias veces. Mi perra, que es mucho más reciente en mi vida.
Una caja con una selección de las mejores fotos de mi niñez muy niña, desde recién nacida hasta aproximadamente los cuatro años.
Kilos y kilos de apuntes y cuadernos.
Mis tres toallas.
Un álbum de fotos de mi sobrino, cuando aún no caminaba. Son inéditas, nadie más las tiene. Ésto tiene doble precio sentimental, porque es el primer rollo de fotos que saqué sin supervisión de mi madre y con el fotómetro roto de su Pentax 1970 y pico. Artesanía pura.
Mi colección de aros, que muy rara vez uso.
Las tapas de una carpeta de séptimo grado, con dedicatorias ya borradas de mis compañeros, fotos de Bon Jovi pegadas y frases de Aerosmith escritas con liquid paper.
Mapas, muchos mapas.
Mis libros y mis diarios de niña y no tanto.
Mi hamaca paraguaya.

Éstas son las cosas tangibles que siento más mías sobre la faz de la Tierra. No están en orden de importancia ni mucho menos, sólo me dió por enumerarlas al verlas todas juntas en un solo día.

4 comentarios:

Kaitos dijo...

... es ligero equipaje para tan largo viaje, las penas pesan en el corazón...

No sé si tiene que ver, o porqué un tema de Nino Bravo se cruza por mi mente, pero es lo que me brotó cuando te leí... No me preguntes por qué...

Besos!!! Fuerza!!!

Bla. dijo...

Tengo también varias maletas de penas.. pero trato de ir tirándolas de a poco por la borda, porque sinó me van a hacer naufragar.. No quiero terminar como Leonardo Di Caprio.

Y te falta la parte que más tuya sería: "SURCARÁN mi destino, las piedras del camino...".

Más besos.

Anónimo dijo...

Me pasó igual cuando tuve que partir, y si no me equivoco tienes la hoja de papel que lo corrobora. En unas de las cosas que primero pensé en llevarme fué mi gata(que aún sigue allí, y dudo que vuelva mí por muuuucho tiempo)que es mi almohadoncito en invierno y verano, un almohadón plateado y brillante, con olorcito a mí; luego tus cartas y las de mi ex, que sin embargo sigen allá escondidas en una caja por que sigo sintiendo más privacidad allá que en donde estoy ahora; mis Slam tan preciadas y mis libros(que inspiran fantasías) que hace dos días recién que pude traer conmigo, y eso que hace ya un mes que me mudé. Eso era lo más importante para mí, y sin embargo todo lo que me llevé al final es irrelevante: ropa, cosméticos, crema para peinar(infaltable tras una separación), un par de libros de estudio, dinero, una pizarra de corcho, mi toallón y mi toalla(sólo tengo uno, o tengo la suerte de tener tres como tu)y demás cosas sin carga sentimental. Uno es profundo(o por lo menos eso es lo que siente), pero las circunstancias lo obligan a uno ser superficial y a seguir con cosas que uno necesita aunque no quiera, y las que de adeveras desea debe dejarlas por que la vida es así, uno hace más caso a las necesidadesdel cuerpo que del alma. Es triste, extraño dormir con mi gata.

Bla. dijo...

"Uno hace más caso a las necesidades del cuerpo que del alma"... Me quedo con eso.

Beso grande, beso de vieja como le digo a mi sobrino cuando le enchastro la cara con besos.