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Padre Nuestro, que eres un duende.

Muchas veces escribo para que mi mente no haga fábulas de mis vivencias. Para que no agregue detalles felices o dramas exagerados con el tiempo. O para comparar mis recuerdos con mis escritos.
Ésto no lo escribí jamás, probablemente para olvidarlo sin que queden evidencias de que efectivamente algún día sucedió. Como en efecto hice.

Yo descubrí en la computadora ese poema de amor y calentura que mi padre le había escrito a esa tal Lorena. Y mi mamá no se llama Lorena. Y yo hacía poco que tenía trece años.
La senté a mi vieja en la compu y le dije “mirá, leé” o algo por el estilo. Después, niebla. Todo transcurre rápido, como cuando uno adelanta una película y todo se vé corrido. Acto seguido, mi padre y yo en su pieza. Él empacando, huyendo de mí y de mis preguntas, por primera vez en nuestras vidas. (Mi madre siempre me contó que siendo yo una beba, mi padre esperaba ansioso el momento en el cual pudiera empezar a hablar, y más aún a preguntarle cosas). Pero ese día y en ese recuerdo no. Yo le pedía explicaciones, o le preguntaba porqué, o algo así. Y él me respondía que yo era muy chica, que son cosas del amor, que todavía no podía entender. También estoy enamorada, sé lo que es el amor, le dije.

Mi padre era mi ídolo. Mi progenitor favorito. Mi referente. Se me vino el mundo abajo en esos días, le perdí el respeto y la admiración.
Por otro lado, siempre supe que yo fui la que descubrió el cuerno. Pero mi mochila es mucho más pesada, el peso de tener eso no se correspondía con un boludo poema.

Hace unos días atrás, viendo “Analyze this” con mi vieja, hablábamos de lo increíble que es la mente, de cómo las cosas que le pasan a uno de niño te condicionan para el resto de tu vida, de que uno no tiene recuerdos abundantes de niño pequeño pero que está todo archivado, de que como mecanismo de defensa uno borra lo que le hace mal.
Uno borra lo que le hace mal. Pensé que era un cliché de diván.

Las cosas no fueron así, me dijo mi vieja. Me dijo que un día yo atendí el teléfono y recagué a puteadas al que estaba del otro lado del tubo. Que después de eso perseguía a mi padre; que dónde estaba, con quién y hasta qué horas. Que era fin de año, y como en todos los fines de año lo invitaban a las fiestas de fin de año de prensa. Porque mi papá, aparte de medio antropólogo y medio arqueólogo es periodista completo, porque es la única carrera que los militares le dejaron terminar. Entonces a mi mamá no le pareció raro que se ausentara esa noche. Mi mamá me contó que cuando volvió lo atajé en el pasillo y le pregunté altaneramente dónde había estado y porqué traía esa cara de feliz cumpleaños. Todas estas cosas, en un lapso de unos quince o veinte días. Y que una tarde al salir, dijo que nadie tocara la computadora porque estaba rota y que cuando volviera la iba arreglar. Que ni bien cerró la puerta las dos nos abalanzamos sobre el artefacto, y yo fui directo al único archivo nuevo. “Éste es nuevo”, dije. Y ahí el episodio que yo recordaba, de mostrarle a mi madre lo ocurrido.

Y allí le confesé a mi madre que yo ya sabía, pero que no encontraba la manera de decírselo. Que lloramos abrazadas a moco tendido. Que cuando mi madre cayó en cuentas y quiso investigar, yo ya había estado investigando y le dije quién era, dónde trabajaba y qué hacía.
Y yo no me acordaba NADA de todo eso. Nada.

Supongo que fue meses después cuando mi madre me escribió
esta carta. Con razón me hacía llorar tanto, tenía mucha más carga emocional de la que recordaba.

No fue por el cuerno (que hoy que soy más mujer lo entiendo aunque no lo justifico), supongo que fue por la situación de desencanto por la que me hizo pasar. Supongo que es por eso que mi padre nunca volvió a ser para mí la misma persona. Le falta la magia de duende, porque los padres no son personas.


Quiero pintarle de nuevo su bonete.

14 comentarios:

mik dijo...

De algún modo las dos perdimos al duende. Y de repente reír fue más difícil.

Cariños =)

Bla. dijo...

Oh yeah. Con voz de negro blusero.

Te respondo lo mismo.

De algún modo.

A vos te falta el padre, pero tenés al duende.
A mí me falta el duende, pero tengo al padre.
¿Tengo al padre?

Kaitos dijo...

Bueno, si de encontrar duendes se trata, solo basta con seguir las creencias populares.

Siempre se tiene que tener comida preparada, nunca debe faltar un pequeño postre o algo para acompañar el mate o las escapadas a la heladera de la medianoche.

Nunca se debe gritar, y por lo menos una vez al día hay que darles la razón en algo.

Hay que reírse, incluso de los chistes mas tontos. Reírse sin motivo en cualquier momento suele ser mucho mas efectivo.

Nunca tomar a la ligera sus decisiones, por mas extrañas que parezcan. Brindar las opiniones al respecto con claridad, sutileza y suavidad.

Cebar mate con sonrisas.

Los abrazos y palabras de aliento han sido señalados por algunos pobladores del Bolsón como muy eficientes.

mmm

Hay mas cosas que se pueden realizar, según los mitos populares, pero no las recuerdo con claridad.

Abrazo y buena suerte.

Barbi dijo...

Yo no tengo ni el duende ni el padre, aunque el segundo existe.
Es asombroso el darse cuenta de que uno recuerda sólolo que quiere. Viví con mi viejohasta los 7 años, y lo único que recuerdo vividamente es una ocasión en que me obligó a comer lechuga, que yo detestaba y aún detesto. Sólo eso. No más. Pero aún así recuerdo su rostro, su voz y sus gestos, como una persona, más no como padre. Y el reír no se me ha hecho más difícil, al contrario, llorar se me hace aún más complicado. Los llantos más dolorosos de mi vida de infante fueron por su causa, y no se los merecía. Duende? Jamás lo ví así, de vez en cuando lo imagino como un Papá Noel lanzando risotadas falsas y entragando obsequios que no son los que yo esperaba. Decepcionándome una vez más, nada inesperado.

Barbi dijo...

Otra cosa: importante la secuencia de hechos que has reprimido en tu cabecita. Pero analizándolo un poco es como vos te lo habías pintado: vos fuiste la que le sacaste el disfraz.
Pero esas cosas no nos marcan a fuego, y si realmente nos han dejado alguna mella(por más pequeñita que sea) por ahí, estoy más que contenta por lo que somos. Y lo volvería a vivir.

caja_de_zapatos dijo...

Que puedo decir...
hoy es la primera vez que entro a tu blog y leo estó y la carta de tu mamá que me emociono mucho.
Saludos.
Samanta

Rogelio Ferreyra dijo...

Puf.. te estás poniendo grossa...
En otro momento un com más extenso, ahora no puedo articularlo.
Así de grande es lo que encuentro acá.
Muchos cambios, en muchas direcciones...
Que bueno leerte...

Rogelio Ferreyra dijo...

Posibles preguntas al personaje, basadoas en estos fragmentos:

"Con razón me hacía llorar tanto, tenía mucha más carga emocional de la que recordaba".
"No fue por el cuerno, que hoy que soy más mujer lo entiendo aunque no lo justifico".


¿Cual fue el desencanto?
¿Descubrir que papá no era solamente de mamá?
O sea: ¿segura que ahora te acordás de TODO lo que hay para recordar?

Anónimo dijo...

Qué te identifica a vos, Andrés? Te gusta cómo hacés el rulo de la letra zeta? Te gusta que una mujer tenga pecas que se vean de lejos? Te gustan las estrellas rojas más que las azules? Te gusta ése pasto en especial? Ésa palabra que tiene un sonido tan hermoso? que la chocolatada tenga grumos? te gusta ver nadar a las ninfas en los espejos quietos de agua?

[...]


Hello Pina, vaya si me tomé varios días, no?
Algunos problemitas me atrasaron mas de la cuenta, pero bueno, aquí estoy :)

Rehice la listita de cosas "bizarras" por así llamarlas:

-Amo tener las uñas largas (detesto tenerlas bien cortas, siento que no tengo tacto).

-Me gusta ver la tele sin sonidos escuchando música bien fuerte de fondo :)

-Adoro ver esas burbujitas cayendo cuando miro fijo al cielo.

-Me gusta hacer cosas que hacía cuando era chico.

-Me gusta karaokear mis canciones preferidas y pronunciar bien sus letras en inglés.


Mmmmh, tengo la sensación de que este post quedó algo descolgado :S

En fin...eso me gusta también ;)


Besos Pina, te cuidás!

Bla. dijo...

Bueno, veamos...

Kaitos:
Mi papá ES un duende. Y está ahí, sólo que perdió sus magias. Yo sólo quiero volver a ponerle su bonete. Como dice Barbi, yo fui la que le saqué el disfraz, pero se me fué la mano y le saqué no sólo el de duende sinó el de padre también. Para mí es un ente, sólo una ensarta de moléculas, un sube y baja de la sangre, un armazón de calcio con articulación (citando a tu ídolo Arjona).
Gracias, otro abrazo.

Barbi:
Llorar se te hace complicado... sí, claro. Ahí va otra vez, Barbarita haciéndose la fuerte.
Quizá tendrías que hablar con tu padre, aunque sea para cagarlo a puteadas.
Papá Noel decepcionándote... nunca voy a olvidar una parte de una carta tuya, que es una de mis favoritas, en la cual decís “cuando viva sola, Papá Noel me va a traer una Barbie”.

Barbi bis:
Yo creo que sí nos marcan a fuego. Fijáte la relación con mi padre que tengo hoy. Nos marcan. Pero las marcas no son irreversibles.
Yo estoy contenta de mí. Y sé que si no hubiera vivido eso no sería exactamente quien soy hoy. Pero...

Bla. dijo...

Caja-de-zapatos:
Bueno, bienvenida entonces. En estos días chusmeo el tuyo.

Rogelio:
Guau.

Rogelio bis:
Puf, Rogelio. Tus comments son como terapia gratis.
Voy y pienso en mi padre, en la mierda de relación actual, lo pienso, lo pienso. Veo cómo fueron las cosas. Concluyo en que para mí él no es más que una cosa porque hasta el disfraz de padre le saqué. Decido (¿decido? ¿por fin decido?) tratar de tratarlo como persona, luego volver a ponerlo en su lugar de padre, dejarlo volver a ése lugar. Y devolverle sus magias. Concluyo en que quiero volver a ver el duende, volver a estar orgullosa de él, de quererlo. Y que todo eso se perdió por el desencanto. Y me quedo muy conforme con mis conclusiones.
...
Después, los comments. El feedback.
...

No sé cuál fué el desencanto.

No sé tampoco si recuerdo TODO lo que hay por recordar.

Es el siguiente escalón.

(Gracias).

Un beso.


Andrés:
Ahí tá.
Ahora nos conocemos mejor.
Más besos.

Kaitos dijo...

Bueno, capaz que usando las mismas creencias podés recuperarlo... o por lo menos no espantarlo, que fue lo primero que se me pasó por la cabeza, NO ESPANTARLO. A veces nuestros pequeños grandes cambios (para con ellos sobre todo), los espantan, y mucho. mmm ...

Y por lo que me contaste de él, sigue siendo un duende (y tu padre, claro), aunque vos no hayas querido verlo en esa forma.

Abrazo

Bla. dijo...

Sí, lo espanto demasiado, con mi distancia y mis caras de culo.
Lo demás es siempre discutible, según el ángulo con que se miren las cosas.

Besos

Waiting for Godot dijo...

Uno de mis mayores temores de pequeña era que mi padre algún día se enamorara de otra mujer que no fuera mi madre, y es que al final es el amor de mi vida y sólo pensar que nos dejara por otra me habría matado para siempre. Por eso entiendo perfectamente tu dolor y decepción, lo lamento mucho.